Por Juan Ángel Cabaleiro

Para LA GACETA - TUCUMÁN

Medios como La Nación, Infobae, The Sun, Antena 3, El Universal o La República reflejan el caso, tejen especulaciones y muestran en sus notas fotografías de Vasile Gorgos y hasta del boleto de tren por el trayecto Ploiești–Bacău, de un importe de 59,60 en moneda local. Hasta el día de hoy nadie se explica, y resulta un misterio desconcertante, por qué tantos medios de prensa en el mundo se hicieron eco (y lo siguen haciendo) de una historia anodina y trivial como esta. ¿Qué estará ocurriendo con la información? ¿Por qué surgen y se propagan estas inexplicables burbujas mediáticas?

Misterio sin resolver: un hombre que desapareció por 30 años volvió a casa con la misma ropa que tenía al partir

Digo que la historia es anodina y trivial porque el mundo (Tucumán, incluso) conoce demasiados casos de maridos que, de buenas a primeras, abandonan a su familia por largos períodos sin dar cuenta a nadie y que, cuando las tornas cambian, cuando llega el ocaso de la vida, la soledad, las enfermedades o la pobreza, regresan al nido como si tal cosa, o con una historia delirante bajo el brazo.

Una hipótesis verosímil

Mi humilde hipótesis es que el bueno de Vasile abandonó, como tantos, a su familia y se fue a vivir la vida con otra mujer. Cuando esta murió y los hijos se quedaron con la herencia, lo echaron de la casa, tal vez para venderla, lo que motivó el regreso de Vasile a su antiguo hogar haciéndose el olvidadizo. Que haya aparecido allí con la misma ropa es algo que me permito dudar, aunque tampoco me parece imposible que un rumano de pueblo haya conservado el saco en algún rincón durante todo ese tiempo, y que haya quedado el boleto de tren olvidado en el bolsillo o entre las páginas de un libro (en cualquier caso, una ocurrencia genial la de Vasile, eso de presentarse así vestido y con cara de póker, 30 años después).

Esta hipótesis mía no tiene por qué ser exacta y desde luego que admite correcciones y variantes, pero tiene una innegable virtud: resulta, en esencia, coherente con el conocimiento que tenemos del mundo y de los fenómenos sociales. No así la explicación que sugiere la prensa internacional.

Buscar la causa más simple de los hechos, aquello que en filosofía se conoce como la «navaja de Ockham», es el camino más seguro y allanado hacia la verdad, pero no despierta en el público las mismas fantasías que una buena hipótesis sobrenatural. Por algo los medios del mundo alientan la especulación de que Vasile se haya adentrado en el bosque Hoia Baciu, en la región oeste de Transilvania, donde habría una suerte de triángulo de las Bermudas, y donde son comunes los fenómenos extraordinarios. Para estos periodistas, así en los chimentos como en la política, no interesan los hechos duros, sino la fantasiosa especulación sobre sus causas.

En casos como este la realidad se doblega ante la ficción y el periodismo sucumbe a la literatura, que ya había inventado esta historia mucho antes: es el cuento «Rip van Winkle», publicado en 1819 por el escritor norteamericano Washington Irving. En el cuento, un aldeano que vive junto al Hudson abandona su casa hastiado del acoso de su mujer y se interna en el bosque con su perro y una escopeta. Allí, en lo alto de las montañas Catskills, pasa una noche llena de misterios tras la cual regresa a la aldea para comprobar que han pasado 20 años, que el país se ha liberado del yugo británico y él de su mujer, que ha muerto.

Versión tucumana

Una versión más reciente corresponde a un escritor tucumano: el cuento «La escopeta», de Julio Ardiles Gray, reproduce en formato breve esta misma historia, en un contexto local. En este caso, Matías Fernández se interna en un naranjal con una escopeta. Solo, en medio del paisaje, el canto de un pájaro lo distrae y lo subyuga hasta perder noción de la realidad. Cuando recupera la conciencia y regresa al pueblo, comprueba que es un hombre viejo y que han pasado, en realidad, 20 años desde su partida.

Las coincidencias son extraordinarias. Al norteamericano Rip y al tucumano Matías se les suma ahora el rumano Vasile Gorgos, marido agobiado, aventurero imaginativo o lector de viejas historias.

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Juan Ángel Cabaleiro – Escritor.